miércoles, 5 de diciembre de 2012

DíA dE lA dIsCaPaCiDaD

El día tres hombres y mujeres con discapacidad y sus familias hacen un gesto multitudinario de afirmación de sus derechos, de su proceso de inclusión y del bienestar logrado, que no se vamos a dejar arrebatar. Con su lucha han dejado de ser las víctimas fáciles de la historia y de la vida en sociedad, para ser también coprotagonistas de la misma.


Después de escuchar una y otra vez los recortes del gobierno el día tres multitud de personas discapacitadas salieron a la calle demostrando que no nos podemos rendir, que tenemos que seguir adelante, aunque nos quiten subvenciones, rentas, apoyos o recursos tanto personales como materiales. En una época donde los más desfavorecidos son a los que mas atacan, menos en cuenta tienen...tenemos que unirnos y apoyar a aquellos que mas nos necesitan, para que en un futuro no nos necesiten, o nos necesiten lo menos posible. Demostrar que por mucho que nos quiten no nos vamos a callar.


Deseamos que en un tiempo cercano dejase de celebrarse el día de la discapacidad, porque es a partir de ese momento cuando una persona discapacitada será considerada como parte dinámica de esta sociedad y no como una carga.

El camino es largo y está lleno de piedras, pero juntos con amor, remando para la misma dirección, sembraremos la semilla que en el futuro se convertirá en ese robusto árbol, que crecerá y su tronco se ensanchará de tal manera que romperá las ataduras y liberará los ojos de la consciencia interior de todo ser humano y es partir de entonces que verá más allá del tupido velo que es la palabra discapacidad.


Pero antes de todo estos tenemos que concienciarnos de las dificultades que sufren estas personas, además de las causadas por la propia dependencia en si:

«Eso no es un recorte, sino un hachazo con la miseria que nos dan»
«Una miseria. Esto no es un recorte, sino un hachazo. Para esta cantidad que retiren todas las ayudas», sentencia María Teresa Ojeda. Es la hija de Asunción, de 97 años, que muestra su sorpresa tras conocer la reducción del 87% de la ayuda como beneficiaria de la Ley de Dependencia.
Ahora, con una pensión de poco más de 600 euros y ‘su patrimonio’ debe pagar una plaza como asistida en una residencia del G-3, con un desembolso mensual de 1.800 euros. «Los cuatro ahorros que tenía se están quedando en nada después de 7 años en el centro», precisa María Teresa.
En su caso, la explicación de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades es que el recorte llega después de la valoración del patrimonio. Un patrimonio en forma de un piso en Briviesca, propiedad de su madre. «Eso no cabe en mi cabeza», afirma. Yes, entonces, cuando explica la vida de su madre, que se quedó viuda joven, por lo que tuvo que pagar lo que pudo para poder tener una pensión en un futuro. «Trabajó muchísimo y luego, con la jubilación, ahorró lo máximo. De irse de vacaciones, nada de nada», añade.
María Teresa y su hermana cuidaron durante cinco años a su madre hasta que el deterioro de Asunción y las barreras arquitectónicas obligaron a institucionalizarla. «Mi hermana vive en Briviesca en un tercero sin ascensor y mi madre estaba en silla de ruedas. Además, se hacía imposible moverla porque es una gran dependiente», explica. Con 97 años, su demencia está relacionada con la edad avanzada y tiene reconocido el grado 3 por el que antes recibía, gracias a la Ley de la Dependencia, 599 euros. Una cantidad que ha pasado, desde agosto, a 76 euros.
El recorte, a su juicio, es injustificado. No solo porque el cálculo del patrimonio del piso de Briviesca está sobredimensionado ya que afirma que es una vivienda antigua, con muchos años sin habitar, que requiere de muchas reformas si optáramos por su alquiler.
Pese a que su madre cuenta con 97 años mira al futuro con cierta incertidumbre. Se pregunta, entonces: «¿a ver qué hacemos porque llegará un momento en que habrá que pensar de dónde sacamos el dinero?».
Isabel Asquincale | Hija de un dependiente de 84 años
  No podemos olvidar que estas personas son un ejemplo de superación, cada día luchan, como todos nosotros, por conseguir sus sueños, y es nuestro deber por lo menos el conseguir que superen los handicaps sociales, para que su lucha sea igualada a la de los demás:

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